Teoría Literaria

Dr. Avelar

Informe #4

Sonia Valle

En su libro Gender Touble,  Judith Butler problematiza el concepto binario de género (femenino/ masculino) y sugiere que los actos “performativos” y repetitivos que modelan y definen al género dentro del colectivo social, pueden a su vez, revertirse y  servir como prácticas deconstructoras de la identidad sexual del sujeto.  Es decir, para Butler la variación de estas repeticiones performativas pueden producir cambios o revisiones de género.  Revisiones que apuntan hacia la reclamación de otra visión; De Laurentis denominaría esta revisión como “seeing difference differently” (Lane Cristina, Feminist Hollywood. 11) Estos actos y gestos “performativos” crean la ilusión individual y colectiva de que existen dos géneros organizados, idealizados y deseados. Pero esta ilusión es una fabricación cultural que obedece a propósitos heterosexuales y obliga al género a quedar atrapado dentro del marco binario.  En su discurso, Butler no sólo denuncia lo que para ella es la falsa naturalidad del género sino que además, su teoría propone liberar toda manifestación de género que haya sido excluida de la legalidad y reprimida por no participar dentro del “binarismo” sexual imperante.  Es decir, ella apunta hacia la legitimación e inclusión de otras posibilidades de género como pueden ser los gays, las lesbianas y los bisexuales, no sólo por un afán demócrata que permita la inclusión de otras identidades sexuales dentro del cuadro social, sino también porque a través de estas inclusiones, ella rompe con la rigidez de lo binario y desenmascara las estrategias manipuladoras y arbitrarias empleadas por la estructura hegemónica de la heterosexualidad obligatoria.  Al tomar la palabra, Butler hace uso de su derecho “performativo” y pone en acción un discurso subversivo que apunta hacia otras posibilidades o pluralidades del ser.  Ahora bien, ¿si nuestra “performatividad” establece o define nuestro género, podríamos nosotros a voluntad, cambiar de género al efectuar cambios en nuestra performatividad? Y hasta que punto, estos cambios performativos pueden deslizarnos dentro de la representación de otra representación, obligándonos a ficcionalizar aún más,  nuestra identidad.  Desde esta perspectiva, donde se muestra al cuerpo como “una página en blanco” o como una masa amorfa lista para ser modelada, ¿no caemos de nuevo en otro tipo de “binarismo” que privilegia el dominio de la razón sobre el de la materialidad?  Ahora bien, si estos cambios performativos obedecen a una búsqueda auténtica y liberadora  de nuestra identidad sean ellos bienvenidos.

 Según Butler, las leyes sociales que operan en la construcción de la identidad sexual del sujeto se sirven de tabúes (incesto / homosexualidad) y prohibiciones para demarcar lo que consideran legítimo o ilegítimo.  Por consiguiente, el sujeto rechazará toda exterioridad que amenace la coherencia de su identidad.  Estas leyes “reguladoras” descartan y castigan todo aquello que estorbe la coherencia heterosexual y por esta razón, los homosexuales, las lesbianas y los bisexuales son vistos como identidades incoherentes que no obedecen ni se pliegan a lo que Butler denomina como ficción reguladora.  Para Wittig, el discurso de la heterosexualidad se torna opresivo cuando le impide al sujeto homosexual o lesbiano asumir posiciones de sujeto parlante y le exige incluso, participar dentro de los términos de su propia opresión. (147)  Ella propone adueñarse de un lenguaje que establezca nuevas categorías de cuerpo dentro del campo cultural y sostiene que la identidad lesbiana transciende la oposición binaria hombre/mujer, problematiza tanto el género como el sexo y se aparta radicalmente de la heterosexualidad.  Ante el discurso de lesbianidad de Wittig, Butler responde con dos dudas: ¿Podría la lesbianidad convertirse en obligatoriedad e imponerse como conducta dominante?  Y si esto fuera así, ¿no se rompería el vínculo entre  la mujer heterosexual y la mujer lesbiana? (165) De ser así, ¿cómo podría el discurso de Wittig fortalecer las luchas del feminismo?

                Butler revisa diferentes visiones teóricas de críticos como Beauvoir, Freud, Lacan, Kristeva, Foucault, Douglas y Wittig para discurrir sobre los conceptos de sexo y género y mostrar también las contradicciones y lagunas de dichos discursos con respecto al género.  ¿Existe o no un sujeto prediscursivo, una identidad anterior a la Ley que pueda subvertir el dominio de lo Simbólico? Butler muestra la imposibilidad de este cuestionamiento por medio de su interpretación y estudios de los siguientes teóricos.  Según Lacan, los instintos libidinales primarios anteriores a la ley, son reprimidos por medio de la experiencia significativa de lo Simbólico.(101)  Para Kristeva, lo semiótico también es reprimido por la acción del lenguaje; entendiendo por semiótico, toda dimensión del lenguaje proveniente de los impulsos maternos primarios anteriores a la significación.  De acuerdo con Foucault, “el cuerpo sólo deriva significación dentro del discurso y del contexto de las relaciones de poder.” (117)  De manera similar, Wittig opina que “el sexo se produce de manera discursiva dentro de un sistema heterosexual represivo.  En el caso de Beauvoir, el sexo es distinto al género y éste último es a su vez, una construcción cultural y variable.  Para Douglas, los discursos imponen limites y marcaciones al cuerpo con el propósito de instalar y naturalizar sistemáticamente ciertos tabúes en su superficie. (166) En todos y cada uno de los teóricos mencionados, el sujeto primario y prediscursivo no puede accionar fuera de la ley.  A todo esto, Butler responde y opina que si la subversión es posible se hará sólo dentro de los términos de la ley; es decir, la subversión se efectuará desde el cuerpo culturalmente construido y desde allí, su liberación se dirigirá, no hacia  un  pasado natural, ni a los placeres originarios, sino más bien, hacia un futuro de posibilidades culturales donde la sexualidad se libere de la prisión del sexo. (119)