Megan Williams

9 noviembre 2000

Informe 4

Existe un grupo de libros que presentan ciertas visiones amenazadoras del futuro. Los más conocidos entre ellos son el 1984 de Orwell y el Brave New World de Huxley. Los dos describen el futuro como un tiempo muy distinto del “presente,” lo que quiere decir el momento en que el escritor lo escribe. Plantean sus visiones del futuro como la peor posibilidad que pueda suceder. No quiero tomar la palabra del escritor, pero se supone que escriben sus libros porque creen que la gente tiene necesidad de leerlos y de entender las posibilidades del porvenir.

2010: Chile en llamas, escrito por Darío Oses, es también parte de esta categoría de escritura. Se trata del país del título, en un tiempo no muy lejos del presente pero, sin embargo, muy ajeno de lo nuestro. En el Chile que Oses describe, las estructuras sociales han cambiado radicalmente, así que no quedan sino muy pocos que todavía creen en ellas. Antes, la noción de la jerarquía había sido muy importante en la sociedad, pero en 2010 las jerarquías tradicionales se han caído a los pies de los rascacielos enormes. El efecto (o, ¿puede ser una de las causas?) más notable de ese cambio es que el ejército ha sido privatizado.

Otro cambio importante en esta sociedad del futuro es que el narcotráfico ha sido legalizado y así forma parte de la economía nacional. En el libro, el Presidente declara que, “sin matar ni herir a nadie, hemos vencido al mayor flagelo de la historia contemporáneo: el narcotráfico” (127). En vez de seguir combatiendo el narcotráfico, el gobierno se apropió de él y lo declaró una victoria. Me parece que el libro es una crítica violenta al capitalismo. La violencia de su crítica consiste en los varios tipos de violencia que pueden suceder si el futuro se desarrolla como describe.

La base de esta violencia es la falta de coherencia social en la ciudad. En el mismo momento del libro, dos eventos ocurren: el General (Pinochet) se muere en un hospital casi vacío y el equipo chileno pierde un partido de fútbol al equipo peruano. Todo el mundo está mirando el partido, incluso las guardias del hospital, y casi nadie se nota del fallecimiento del dictador anciano. La violencia empieza en respuesta a la pérdida del partido. No tiene la forma de actos unificados, sino individuales. No es una respuesta hecha por una sola voz, por el pueblo gritando al unísono, sino una cacofonía de vidrios que se rompen y las alarmas de los sistemas de seguridad.

Parece que la economía no necesita a la gente: “la economía era capaz de seguir creciendo por sí sola” (128). Casi no existen los negocios pequeños, solo los multinacionales o las grandes empresas que ocupan los rascacielos. Hay un negocio independiente en el libro, y prácticamente existe en el tiempo pasado: es una tienda de antigüedades. Dentro de esta tienda, las normas antiguas del comportamiento social siguen existiendo en un contexto comercial. Para el protagonista, esta tienda es un portal a otro mundo, un lugar separado del caos que lo rodea. Allí siente tranquilo, pasando algunas horas hojeando libros o revistas antiguas. En la noche del partido, se va a la tienda y hasta se duerme un rato allí.

¿Puede que las relaciones humanas, la propia humanidad, salven a los personajes de este futuro irremediable? ¿Cuál sería el papel del marxismo en cuanto a este tema del poder de la humanidad contra el capitalismo?